Jaime Alejos, campeón de España de cata de café (SCA 2019), representando a España en el campeonato del mundo de cata 2019 (Speciality Coffee Association) |
La actual pandemia
de obesidad es una verdadera prioridad de salud pública mundial, que obliga a
implementar estrategias efectivas para prevenirla y tratarla, consensuadas por
sociedades científicas y respaldadas sociopolíticamente, entre las que destacan
el fomento de la actividad física y una dieta saludable, como la Dieta
Mediterránea, y muy probablemente, según recientes hallazgos científicos, el
consumo regular de café.
Importancia
El
sobrepeso (Índice de Masa Corporal o IMC: 25 a 29,9 kg / m2)
y la obesidad (IMC: ≥ 30 kg / m2) deben priorizarse en
todo estudio de necesidades por tratarse de enfermedades muy frecuentes, graves
y costosas, sobre todo, la obesidad. Tanto es así como para que la Organización
Mundial de la Salud (OMS) la dedique un día: el 4 de marzo, Día
Mundial de la Obesidad.
Prevalencia
En cuanto a su frecuencia, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) destaca, en un informe de abril del 2020, que, desde
hace cuatro décadas (de 1975 a 2016), la obesidad se ha triplicado en los
adultos de todo el mundo, en tanto que en los niños y adolescentes se ha
multiplicado por diez.1
Así, en 2016, el 39% de los adultos de 18 o
más años (un 39% de los hombres y un 40% de las mujeres) tenían sobrepeso (más
de 1900 millones) y el 13% de la población adulta mundial (un 11% de los
hombres y un 15% de las mujeres) eran obesos (650 millones). En cuanto a los
niños respecta, el 18% de niños y adolescentes tenían sobrepeso, mientras que
el 7% sufrían obesidad.
En nuestro país, según el informe sobre
prevalencia de sobrepeso y obesidad en España, efectuado por la Agencia
Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) y el Ministerio de
Sanidad (The heavy burden of obesity), la prevalencia de obesidad se ha
incrementado un 2,4% en las tres últimas décadas, padeciéndola el 17,4% de los
adultos (18,15%, en varones; 16,68%, en mujeres), mientras que el 37,10% sufre
sobrepeso (44,31%, en hombres; 30, 04%, en mujeres).2
En este informe revelan que la desigualdad
social, principal causa de enfermar y morir en el mundo, hecho ya conocido
desde 1974, merced al informe Lalonde (primer ministro de Canadá),3
hace que la obesidad se cebe más en las clases sociales más desfavorecidas, al
igual que en el resto del mundo.
Si nos centramos en los niños pequeños de
nuestro país (de 6 a 9 años), se aprecia, según el Estudio
ALADINO 2019 sobre la Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y
Obesidad en España, que el 23,3% tienen sobrepeso y el 17,3% tienen
obesidad.4
Del análisis por
categorías sociales se desprende, de nuevo, que las familias con ingresos más
bajos, inferiores a 18.000 euros y cuyos progenitores no tienen estudios
superiores ni trabajo remunerado conforman el colectivo más vulnerable al
exceso de peso.
¿A qué puede atribuirse la mayor prevalencia de obesidad en las clases más desfavorecidas?
Este
desajuste social se debe, en gran parte, a los peores hábitos alimentarios de
estos niños y niñas: acuden más a establecimientos del tipo fast food, ingieren
diariamente menos fruta y consumen golosinas más frecuentemente. Sin embargo,
los menores de familias con rentas superiores a 30.000 euros, con estudios
universitarios presentan una mayor adherencia a la Dieta Mediterránea, con un
consumo diario de frutas, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva virgen extra, como aceite de
elección.
Gravedad y coste
La obesidad es una enfermedad inflamatoria
crónica que cursa persistentemente con inflamación de bajo grado5-7
que incrementa el riesgo de desarrollar otras enfermedades en las que la
inflamación es su hecho patogénico capital: cardiovasculares, hipertensión
arterial, diabetes tipo 2, síndrome
metabólico, e incluso ciertos cánceres ( mama, próstata, riñón, colon,
endometrio, páncreas, vesícula biliar, tiroides y esófago).8 Además,
es un gran factor de riesgo de artrosis en grandes articulaciones (rodillas y
cadera), gran causa de morbilidad y sufrimiento humano. Globalmente, la
obesidad contribuye a incrementar notablemente la tasa de mortalidad total.
Según un reciente informe del Banco Mundial9, se prevé que en
los próximos 15 años los costes de la obesidad ascenderán a más de siete mil millones de dólares (6.369 millones de euros) en los países en desarrollo.
Obesidad: factor de riesgo, gravedad y mal pronóstico de COVID-19
En noviembre del 2020 se publicó en una
revista especializada (Obesity) una revisión y metaanálisis de 75
estudios observacionales, publicados en inglés y en chino (desde enero hasta
junio del 2020), que evaluaron asociaciones entre el sobrepeso y obesidad con
el riesgo y gravedad de la COVID-19.10
Los autores, liderados por Barry M. Popkin
(Universidad de Carolina del Norte), tras analizar datos de 399. 461 pacientes
infectados por el SARS CoV-2 (el 55% varones), pertenecientes a 10 países de
Asia, Europa, América del Norte y América del Sur, observaron que las personas
con obesidad tenían un 46% más de riesgo de sufrir la COVID-19, así como un
intenso riesgo de sufrir complicaciones: hospitalización (113% mayor: OR =
2,13; IC 95%, 1,74-2,60; p <0,0001), ingreso en UCI (74% superior), y superior
riesgo de muerte (48%), con respecto a los no obesos.
Además, dado el exceso de inflamación y
cierto defecto inmune inherentes a los estados de obesidad, se teme que las
vacunas futuras para evitar la COVID-19 resulten menos efectivas en los
pacientes con sobrepeso y obesidad, que constituyen el 52% de la población
mundial (39%, con sobrepeso; 13%, con obesidad).
Por otra parte, los estados de
confinamiento de poblaciones, cuarentenas de contactos estrechos y aislamientos
de los casos confirmados, han propiciado conductas obesigénicas, como un mayor consumo
de ultraprocesados (comida chatarra) y
sedentarismo manifiesto.
.
Prevención
Dado que el sobrepeso y la obesidad se desarrollan cuando hay un desequilibrio entre el consumo y el aporte energético, usualmente por un aumento del sedentarismo, que obviamente reduce el gasto energético, y un incremento del consumo desmedido, por dietas hipercalóricas ricas en azúcares y grasas trans, características de los alimentos ultraprocesados, como refrescos azucarados y bollería industrial (incluso la casera), se puede colegir que para reducir el riesgo de sufrir tales procesos (prevención primaria) habrá que adoptar y seguir estilos de vida más saludables, justamente los opuestos a los mencionados: incremento de la actividad física regular y adherirse a dietas saludables, a base de productos frescos y de temporada, como la Dieta Mediterránea., capaz de reducir sensiblemente el riesgo de obesidad abdominal y Síndrome Metabólico.
Sufrir un Síndrome Metabólico (SM) no es un
asunto baladí, pues incrementa mucho el riesgo de sufrir y morir por procesos
cardiovasculares (infarto agudo de miocardio, angina de pecho, insuficiencia
cardiaca por enfermedad coronaria…) e ictus, entre otros procesos. Sólo hay que
ver cuáles son sus criterios diagnósticos para cerciorarnos de tal hecho.
El diagnóstico del SM requiere la
presencia en una misma persona de, al menos, tres de los cinco criterios
siguientes: uno, circunferencia de cintura abdominal ≥ 102 cm en los varones y
≥ 88 cm en las mujeres; dos, glucemia en ayunas ≥100 mg/dl o recibir
medicamentos antidiabéticos; tres, presión arterial sistólica ≥ 130 mmHg o
diastólica ≥ 85 mm Hg o recibir medicación antihipertensiva; cuatro, aumento de
la concentración sanguínea de triglicéridos (trigliceridemia) ≥150 mg/dl; y
cinco, colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (HDL) en suero ≤ 40
mg/dl en los varones y ≤ 50 mg/dl en las mujeres.
¿El café qué puede aportar?
En las siguientes líneas vamos a analizar los principales estudios epidemiológicos que han revelado cómo el consumo regular de café puede exhibir un efecto preventivo de sobrepeso y obesidad. Obviamente, la práctica regular de actividad física y una dieta saludable normocalórica, para prevenirla, e hipocalórica, para tratarla, siguen siendo las estrategias preventivas y terapéuticas fundamentales, como antes referimos.
Consumo habitual de
café y predisposición genética a la obesidad
El 9 de mayo del 2017 se publicó (BMC Medicine) el fruto de una
investigación llevada a efecto por miembros de la Escuela de Salud Pública de
la Universidad de Harvard, cuyo principal objetivo fue evaluar si el consumo
regular de café podría reducir el riesgo de obesidad en personas predispuestas
genéticamente a sufrirla. 11
Los responsables
del estudio, basándose en trabajos que habían comprobado interacciones positivas
entre el riesgo genético de sufrir obesidad y estilos de vida obesigénicos,
como un mayor consumo de refrescos azucarados12 y/o de fritos13 decidieron
averiguar si el consumo regular de café podría reducir el riesgo de obesidad
entre personas proclives genéticamente a desarrollarla.
Para ello, se
valieron de tres conocidas cohortes de personas (EEUU) que, desde hace más de
20 años, están siendo seguidas y evaluadas, a fin de apreciar cómo diversos
estilos de vida (dietéticos, actividad física, café, entre otros) aumentan o
disminuyen el riesgo de desarrollar enfermedades de alta prevalencia.
Así, analizaron las interacciones entre la
predisposición genética y el consumo habitual de café en relación con el índice
de Masa Corporal (IMC) y el riesgo de obesidad en 5116 hombres del
Health Professionals Follow-up Study (HPFS), en 9841 mujeres del Nurses 'Health Study (NHS) y en 5648
mujeres de la Women's Health Initiative
(WHI). La puntuación de riesgo genético se calculó sobre la base de 77
locus genéticos asociados al IMC. El consumo de café se examinó
prospectivamente en relación con el IMC.
¿Qué fue lo
que observaron?
Por primera vez,
hallaron que un mayor consumo de café podría atenuar las asociaciones genéticas
con el IMC y el riesgo de obesidad, pues los individuos con una mayor
predisposición genética a la obesidad parecían tener un IMC más bajo asociado
con un mayor consumo de café.
Efectivamente, los
efectos genéticos combinados sobre el IMC y el riesgo de obesidad entre los que
consumían una o más tazas de café fueron aproximadamente un 30% más bajos que
entre los que consumían menos de una taza de café.
Estos hallazgos sugieren que un mayor
consumo de café podría disminuir el riesgo genético de desarrollar obesidad. Desde otra perspectiva, los participantes con
mayor predisposición genética a la obesidad parecen tener un IMC más bajo
asociado con un mayor consumo de café. En cambio, tal disminución del riesgo de
sobrepeso y obesidad no se apreciaba entre los consumidores de café que tenían
menor predisposición genética de obesidad.
Lo que sugiere que
la asociación entre un mayor consumo de café y una reducción de la adiposidad podría
verse reforzada por una mayor predisposición genética, lo que confirma la
hipótesis planteada por los responsables de esta investigación.
Espresso de café de especialidad |
Efectos de la cafeína en la pérdida de peso: metaanálisis de estudios
experimentales
El
18 de octubre del 2018 se publicó, en una revista especializada (Journal Food Science and Nutrition), una
revisión sistemática y metaanálisis dosis-respuesta de estudios experimentales,
de autoría iraní, cuyo objetivo fundamental fue evaluar una asociación entre el
consumo de bebidas con cafeína (aunque el café es la fuente fundamental,
también valoraron bebidas con cola, té
verde, cafeína más efedrina por vía oral, entre otras) y la reducción de peso
de sujetos con sobrepeso u obesidad franca.14
Para ello, buscaron estudios publicados hasta
noviembre del 2017, en diversas fuentes de datos (MEDLINE, EMBASE, Web of
Science y Cochrane Central Register of Controlled Trials), evaluando la
calidad de los estudios según la herramienta Cochrane de riesgo de sesgo.
Así, seleccionaron
13 estudios experimentales (7 de EEUU, 1 de Alemania, 1 de Hungría, 1 de
Noruega, 1 holandés, 1 italiano y 1 iraní), que incluyeron 606 participantes.
Aunque hubo
relevante heterogeneidad entre los estudios, con dosis variables de cafeína (
de 100 mg a 600 mg diarios; muchos, con efedrina añadida) y tiempo variable de
la intervención (desde 6 a 36 semanas),
observaron que por cada duplicación en la ingesta de cafeína, el peso
medio, el IMC y la masa grasa se redujeron en porcentajes del 22%, 17% y 28%,
respectivamente (2 veces Beta (20,29 =
1,22, 20,23 = 1,17 y 20,36 = 1,28), con respecto al grupo de control
(placebo o agua).
Huelga decir que
los responsables del estudio emplearon un riguroso aparato estadístico (
coeficiente de regresión del estado del consumo de cafeína (Beta) para cada
estudio primario, el Beta y desviación estándar agrupados con un metanálisis de
efectos aleatorios en una escala logarítmica doble, la heterogeneidad entre los
estudios por la estadística Q de Cochran y la I2, entre otros).
En general, el metaanálisis
actual demostró que la ingesta de cafeína podría promover la reducción de peso,
IMC y grasa corporal.
Consumo de café y obesidad: metaanálisis de
estudios observacionales
En junio del 2019 se publicó (Nutrients) un metaanálisis de estudios
observacionales, diseñados para evaluar asociaciones entre el consumo de café y
la adiposidad, valorada como Índice de Masa corporal (para la obesidad global)
o perímetro abdominal (para la adiposidad centrípeta o abdominal), tanto en
variables continuas (media aritmética, desviación estándar, diferencia de
medias ponderada) como binarias (cualitativas).15
Los autores del
estudio, asiáticos de universidades de Corea del Sur (universidades de Seúl y
de Dongguk), de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y de
Hannover (Alemania), seleccionaron 12 estudios observacionales (11
transversales y uno prospectivo), 5 asiáticos, 5 europeos y 2 de EEUU.
El consumo de café fue
evaluado atendiendo a dos categorías: bajo nivel (0 tazas diarias) y alto nivel
(más de 6 tazas diarias).
¿Cuáles fueron los
resultados?
Pues que un alto
consumo de café puede asociarse moderadamente con una reducción del riesgo de
obesidad en varones, no tanto en mujeres.
Aunque tal asociación inversa sólo se apreció en la medición
de variables cuantitativas continuas del IMC (diferencia ponderada de medias:
−0.05 (95% CI −0.09, −0.02) y perímetro abdominal (−0.21 (95% CI −0.35, −0.08).
Cuando la obesidad
abdominal y la total fueron objeto de evaluación mediante variables binarias
(cualitativas: sí o no, a partir de ciertos umbrales) los resultados fueron
neutros o mostraron un aumento de la obesidad.
Es necesario decir que, aunque estos autores subrayan
que han efectuado el primer metaanálisis que valora asociaciones entre la
obesidad y el consumo de café, las limitaciones o debilidades son muy notables:
la mayoría de los estudios son transversales, por lo que no se pueden inferir
relaciones causales, además de resultar complejo controlar ciertas variables de
confusión, como, por ejemplo, el tabaquismo, tampoco se especificó el tipo de
café utilizado (con cafeína o descafeinado, con azúcar o sin azúcar, con crema
añadida o sin ella…).
También es preciso
destacar que el café predominante en los estudios coreanos es el soluble o
instantáneo, que mezclan con azúcar y cremas no lácteas que, en vez de reducir
la adiposidad, contribuyen a aumentar significativamente el riesgo de obesidad,
lo que siempre es crucial tener en cuenta, para no subestimar el efecto del
café.
De todas formas,
los responsables de esta investigación se mostraron muy optimistas en sus
conclusiones: “El consumo de café puede asociarse moderadamente con una
reducción de la obesidad, evaluada por el IMC y el perímetro abdominal,
particularmente en hombres. Aunque el efecto del café al respecto no es
comparable con el efecto antiobesigénico de dietas equilibradas y del ejercicio
físico, son tantos los estudios que evidencian un efecto protector del café
frente al desarrollo de enfermedades crónicas, que su consumo regular puede
formar parte de un estilo de vida saludable capaz de elevar globalmente el
nivel de salud”.
Consumo regular de
café se asocia con menor adiposidad medida por DXA (absorciometría dual con
rayos x) en mujeres
En julio del 2020
se publicó (The Journal of Nutrition) un excelente estudio transversal
que tuvo el mérito de evaluar la asociación entre el consumo de café y la
adiposidad, tanto abdominal como la total, por un método fiable de medición: la
absorciometría dual con rayos X (DXA). 16
Para ello, se
valieron de una gran muestra de estadounidenses, de 20 a 69 años, incluidos en
la Encuesta Nacional de Salud y Examen de Nutriciónl (NHANES ), los de las
oleadas 2003-2004 y 2005-2006.
La información sobre
el consumo de café, con cafeína y descafeinado, se obtuvo a través de un
cuestionario de frecuencia de alimentos (categorizado como sin café, 0 a
<0,25 taza / día, 0,25 a <1 taza / día, 1 taza / d, 2-3 tazas / d, o ≥4
tazas / día).
En cuanto a la
medición de la adiposidad, los autores, liderados por Chao Cao ( Facultad de Medicina
de San Luis), justificaron la elección de la DXA, aduciendo que los otros
métodos son menos fiables, como el IMC, la bioimpedancia (detecta la proporción
de grasa) y la medición del perímetro
abdominal con cinta métrica (obesidad abdominal).
Así, el IMC (Kg / talla2)
no diferencia la masa grasa de la masa magra, esto es, la masa muscular y ósea
(libre de grasa), por lo que una persona con mucha masa magra puede dar un alto
IMC, sin tener obesidad, en tanto que un sujeto con excesiva grasa puede tener un
peso normal y, por ello, dar un IMC normal.
Por otra parte, la
bioimpedancia, aunque mide la proporción de grasa, no objetiva la distribución
corporal del tejido adiposo.
En cuanto a la
medición del perímetro abdominal para evaluar la obesidad abdominal o
centrípeta, no deja de ser una medida simplista, aunque precisa. En cambio, la
DXA mide fiablemente la grasa del tronco o/y abdomen del cuerpo humano.
¿Qué resultados
obtuvieron?
Pues que un mayor consumo de café, tanto con cafeína como descafeinado, se asoció con una reducción significativa, dosis-respuesta, del porcentaje de grasa corporal total, así como el del tronco, pero sólo entre las mujeres de la muestra.
Así pues, las mujeres
de 20 a 44 años que bebían 2-3 tazas diarias de café tenían menor grasa total y
abdominal, al igual que las de 45 a 69 años que bebían 4 o más tazas diarias de
café, con respecto a las que no bebían café de su mismo estrato etario. Además,
estas boyantes asociaciones se mantuvieron entre las no fumadoras y entre las
que no sufrían enfermedades crónicas.
Aunque entre los
hombres esta relación dosis-respuesta no fue significativa, los varones de 20 a
44 años que bebieron 2-3 tazas / día tenían 1.3% (IC 95%: -2.7%, 0.1%) menos de
grasa total y 1.8% (IC 95% : -3,3%, -0,4%) menos de grasa en el tronco que los
que no consumieron café. Mas en ellos, tal asociación sólo se apreció con café
con cafeína.
Los responsables
de este estudio destacaron, en su análisis, que sus resultados fueron opuestos
a los obtenidos en el metaanálisis de estudios observacionales (autoría
coreana) referido en el punto anterior, en el que se apreció una asociación
inversa entre el consumo de café y la obesidad en varones, no precisamente en
las mujeres. Lo que atribuyeron a la medición menos fiable de la grasa total (IMC)
y de la abdominal (perímetro abdominal), entre otros motivos (gran
heterogeneidad, consumo de café instantáneo, mezclado con azúcar y cremas entre
los participantes de los 5 estudios asiáticos).
No obstante, otros
autores también han observado una diferencia de género, favoreciendo a las
mujeres, en la asociación entre el consumo de café, la obesidad abdominal y el
síndrome metabólico17, 18 (incluye, como vimos antes, una serie de
factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad abdominal, hipertensión
arterial, dislipemia y aumento de sensibilidad a la insulina).
Consumo de café
en el desayuno se asocia con menor adiposidad visceral y síndrome metabólico, todavía
mayor cuando se contabiliza el consumo de pan
El 11 de
octubre del 2020 se publicó (Nutrients) un estudio transversal, de autoría
japonesa, que reveló una asociación inversa entre el consumo de café y la
adiposidad abdominal o visceral y el síndrome metabólico, pero con la
particularidad de ser aún mayor cuando se sumaba el consumo de pan durante el
desayuno.19
Concretamente, el
consumo de café se asoció con reducciones significativas de la obesidad
abdominal y del síndrome metabólico: un 25% y un 30%, respectivamente. Lo que
en absoluto se observó cuando el evaluado fue el té verde.
Lo que llamó la
atención fue que la combinación entre el consumo diario de café y la ingesta de
pan durante el desayuno parecía aumentar la asociación inversa observada con el
primero, pues, así, la reducción de la obesidad visceral fue del 46%, mientras
que la disminución del síndrome metabólico alcanzó un porcentaje del 42%.
La sorpresa de tal
efecto sinérgico entre el café y el pan se deriva del hecho de que algún
estudio previo había demostrado que el consumo de pan incrementa el riesgo de
obesidad.20 Además, no se apreció una interacción entre el café y el
pan.
Aunque también es cierto que existen estudios
que han demostrado una reducción significativa de la obesidad cuando el pan
blanco (harina refinada) era sustituido con pan elaborado con granos enteros,
esto es, con los tres integrantes de la semilla: germen, salvado y endosperma,
mucho más rico en fibra que el pan blanco, elaborado con harina refinada, o
sea, desprovista del germen. 21
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Cortado (machiato) de café de especialidad |
¿Cómo se midieron las variables principales
de este estudio?
El consumo de café, en los 3539 participantes
de la muestra (1239 hombres y 2300 mujeres) se obtuvo mediante un cuestionario
de frecuencia de alimentos y, luego, se clasificó en cuatro categorías: menos
de una vez al día, una vez durante el día, dos veces/día y tres o más veces al
día.
El tejido adiposo
visceral fue medido mediante impedancia bioeléctrica (cámara DUALSCAN, Omron),
pues la medida del área de grasa intra-abdominal así medida, se correlaciona
bien con la evaluada por tomografía computorizada en obesos, según habían
revelado estudios previos.21
Para la obesidad global se utilizó el IMC, en
tanto que para el diagnóstico del síndrome metabólico se emplearon los criterios
japoneses: un perímetro abdominal ≥85 cm, en mujeres; e ≥90 cm, en varones, y
dos o más de los siguientes: presión arterial sistólica ≥ 130 mmHg, la
diastólica ≥ 85 mmHg) o el uso de medicación antihipertensiva; concentración sanguínea de triglicéridos ≥
150 mg/dL; HDL-colesterol ≤ 40 mg/dL; glucemia elevada (hemoglobina glicosilada
HbA1c ≥5.6%, o el empleo de fármacos antidiabéticos).
Además de medir con
cierta precisión las variables principales del estudio, se controlaron otras
variables que pudieran alterar los resultados, las denominadas variables de
confusión (tabaco, alcohol, actividad física, entre otras).
Hipótesis plausibles
El efecto antiobesigénico del café se ha observado
en diversos experimentos moleculares, (posee más de 1000 moléculas), sobre
todo, con la cafeína y el ácido clorogénico, el gran antioxidante del grano
verde.
a)
Efectos de la cafeína
En algún estudio se ha comprobado
que la cafeína influye decisivamente en el balance energético, reduciendo la
ingesta energética y, especialmente, incrementando el gasto energético,
posiblemente por activar la grasa parda, de notable efecto termogénico.23
¿Qué es la grasa parda?
La grasa parda o marrón es un
tipo especial de tejido adiposo (se halla en cantidades significativas
alrededor del cuello) que se activa cuando percibimos frío, a fin de generar
calor (efecto termogénico), quemando triglicéridos y glucosa, y, así, mantener la
temperatura corporal. De esta forma, también aumenta el gasto energético, o
sea, contribuye a quemar más calorías.
En consecuencia, activar la
grasa parda puede resultar muy ventajoso para nuestros intereses, por su
relevante efecto antiobesigénico. En cambio, la grasa blanca, predominante en
el organismo, acumula las calorías extras que consumimos o no somos capaces de
quemar por escasa actividad física.
¿Cómo puede activarse la grasa
parda?
Para que su activación
prospere resulta crucial que se active previamente una proteína, la termogenina
o UCP-1 ( proteína desacopladora mitocondrial), que se halla en las
mitocondrias del tejido adiposo marrón. La termogénesis así lograda es el
principal mecanismo de generar calor en mamíferos hibernantes así como en niños
recién nacidos.
La práctica de actividad física, un estilo de vida altamente saludable, activa
notablemente la grasa parda por varios mecanismos (por la adrenalina y
noradrenalina liberadas por el sistema simpático, por la liberación de péptidos
natriuréticos del corazón, al latir más intensa y frecuentemente con el
ejercicio, así como por la segregación de mioquinas por los músculos
contraídos, que convierten la grasa blanca en parda).
Ahora vamos a ver cómo la
cafeína activa la grasa parda.
En junio del 2019 se publicó (Scientific Reports) un trabajo que
demostró, tanto in vitro como in vivo, que la cafeína era capaz de activar la
grasa parda, aumentando la expresión de UCP-1.24
Aunque ya se conocía que la cafeína regulaba
al alza la UCP1 en ratones obesos, se ignoraba cuán directamente podría afectar
a la grasa parda de los seres humanos. Para demostrarlo, los investigadores
utilizaron células de ratones y células madre de médula ósea humana cultivadas
en un tubo de ensayo y luego administraron cafeína.
Tras efectuar una serie de
pruebas, incluyendo la tinción mitocondrial, microscopía electrónica de
transmisión y análisis de expresión génica, observaron que el tratamiento de
los cultivos celulares con cafeína aumentaba la expresión de la UCP-1 e
incrementaba la actividad metabólica (aumento de la mitocondriogénesis, la
glucolisis y fosforilación oxidativa).
Además, apreciaron, en nueve
voluntarios humanos sanos (IMC promedio de 23 kg/m2), tras consumir
una bebida con cafeína o agua, que la cafeína aumentó la temperatura de la
región supraclavicular (área de grasa parda), con respecto al valor previo,
indicativo de termogénesis, lo que no se observó tras beber agua.
Efecto antiobesigénico del ácido clorogénico
En julio del 2019 se publicó (Nurients) un
estudio experimental, de autoría japonesa, que reveló cómo el consumo de café
enriquecido en ácido clorogénico, durante 12 semanas, por adultos obesos,
conseguía reducir el tejido adiposo visceral, la grasa abdominal, el IMC y el
perímetro abdominal.25
Para ello, 150 hombres y
mujeres con sobrepeso (IMC: ≥25 a <30 kg / m2) fueron asignados
aleatoriamente a dos grupos: el de intervención, en el que bebieron café
instantáneo enriquecido en ácido clorogénico (369 mg ácido clorogénico / ración);
y el control, que consumieron café no enriquecido con este polifenol (35 mg/
ración).
Después de tomar el citado
café, una vez al día, durante 3 meses, con periodos de observación previos y
posteriores de cuatro semanas, apreciaron que las áreas de grasa visceral y de
grasa abdominal total, el peso corporal y la circunferencia de la cintura
disminuyeron significativamente en el grupo de intervención en comparación con
el grupo de control, sin que, por otra parte, aparecieran efectos adversos.
Impacto favorable del café en la microbiota
intestinal
La microbiota del intestino
grueso es uno de los ecosistemas más habitados del planeta, pues alberga unos
10 billones de microorganismos (bacterias, levaduras, arqueas, virus) por lo
que actualmente se la está identificando como un órgano independiente, con
variadas funciones.
Así, por ejemplo, las especies
bacterianas predominantes corresponden a Bacteroidetes, Firmicutes,
Actinobacteria, Proteobacteria, Fusobacteria, Cyanobacteria y Verrucomicrobia.
Desde hace unos años se están publicando
numerosos estudios científicos que muestran cuán importante es mantener una
flora bacteriana saludable, que contribuya a reforzar la barrera intestinal
evitando el paso al torrente sanguíneo de numerosos tóxicos y endotoxinas,
netamente proinflamatorias, producidas por bacterias patógenas, que podrían
aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares (eje microbiota
intestino-corazón), neurodegenerativas y mentales (eje microbiota -
intestino-cerebro), intestinales crónicas (eje intestino-intestino).
En cuanto a la obesidad respecta, diversas revisiones de estudios
científicos han revelado que la microbiota intestinal desempeña un papel
determinante en el desarrollo de esta enfermedad crónica, pues los sujetos
obesos tienen una flora intestinal menos diversa y rica que la de sujetos no
obesos. Además de poseer bacterias intestinales de perfil proinflamatorio.26-28
Así, en animales y personas
obesas se ha constatado un aumento de firmicutes y una reducción de los bacteroidetes,
lo hace que aumente la relación Firmicutes/Bacteroidetes,
hecho que parece contribuir a un incremento de los depósitos energéticos y
grasos.29-31
Además, varias pruebas clínicas
han revelado que un bajo nivel de las beneficiosas bifidobacterias parece
contribuir al desarrollo de obesidad.32
Por otra parte, tanto en hombres
como en mujeres, ciertas especies bacterianas están asociadas con obesidad,
como Staphylococcus aureus.33 De igual forma, se ha visto un
incremento de la concentración de Enterobacteriaceae en sujetos obesos.34,35
Bien, pero ¿cómo incide el café en la
microbiota intestinal?
Son varios los estudios que
han mostrado cómo el café exhibe un efecto protector de nuestra flora
intestinal, como, por ejemplo, los llevados a efecto por Jaquet y colegas, que
revelaron (2009) que beber 3 tazas diarias de café, durante tres semanas, se
vinculaba con un aumento de la actividad y concentración intestinal de especies
bacterianas altamente saludables, como las de Bifidobacterium, en las 16
personas que participaron en el estudio.36
Más recientemente, a finales de
octubre del 2019, en el curso del Congreso Nacional de Gastroenterología,
celebrado en San Antonio (Texas), organizado por el Colegio Americano de
Gastroenterología, dos investigadores revelaron que un mayor consumo de café
(cuando menos, 82,9 mg diarios de cafeína, o sea, un espresso o más) se asocia
con una flora microbiana intestinal más rica (Odoribacter, Dialister,
Fusicatenibactor, Alistipes, Blautia y varias cepas de Lachnospiraceae) y
saludable, con aumento de la concentración de bacterias con marcado carácter
antiinflamatorio (Faecalibacterium y Roseburia)
y reducción de algunas bacterias dañinas (Erysipelatoclostridium
ramosum), netamente proinflamatorias, con respecto a los que consumían una cantidad
diaria inferior (<82,9 mg/cafeína).37
A esta conclusión llegaron tras
efectuar 97 biopsias de mucosa intestinal mediante la realización de
colonoscopia a 34 participantes. La identificación bacteriana se efectuó con
métodos microbiológicos fiables y rigurosos (estudio del ADN bacteriano y secuenciación
del rRNA, 16 segundos).
De esta forma, los consumidores
habituales de café podrían tener una microbiota intestinal más diversa y
saludable, que contribuiría a reducir la inflamación de bajo grado que opera en
las enfermedades más prevalentes, incluida la obesidad.
Más tarde, en mayo del 2020, se
publicó un trabajo(Nutrients) llevado a efecto por miembros de la
Universidad de Oviedo, en el que se abunda en tales hechos, pues observaron un
aumento de saludables bacterias intestinales (Bacteroides–Prevotella–Porphyromonas)
en los bebedores de café, con respecto a los no bebedores.38
Apuntes finales
En fin, para prevenir y tratar
la obesidad y sus temibles complicaciones es imprescindible implementar
estrategias que eviten el sedentarismo y la comida chatarra a base de
ultraprocesados, fomentando la práctica de actividad física regular, la
adherencia a una dieta saludable como la Dieta Mediterránea y, como estrategia
complementaria, consumir diariamente café, preferentemente de especialidad,
bien tostado y preparado con técnica barista. De esta forma, también
contribuiremos a elevar nuestra esperanza de vida en buena salud, pues tales
estilos de vida protegen la integridad de nuestro material genético y reducen
la tasa de muerte total y específica por las principales causas de enfermar y
morir en el mundo: cardiovasculares, tumorales, respiratorias, metabólicas,
neurodegenerativas, entre otras.
Dr. Félix Martín Santos
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Received: 14 April 2020 / Revised: 25 April 2020 / Accepted: 28 April 2020 / Published:
1 May 2020